Sábado 20 de septiembre, ya tenemos ganas de hacer una rutilla de montaña. Nos juntamos ocho y nos vamos para Antequera. La ruta propuesta es la subida a la Sierra de las Cabras, vecina del famoso Torcal.
Salimos de Dos Hermanas sobre las ocho y cuarto, desayunamos en la venta El Hacho pasado Estepa y, a la altura de Antequera, dejamos la A-92 para tomar la autovía de Málaga. Llegando al Puerto de las Pedrizas nos salimos por la vía de servicio y aparcamos en la Fuente de la Yedra, junto a la Venta del mismo nombre. Mucha gente viene aquí a cargar agua. Detrás de la venta vemos los paredones calizos de la Sierra de las Cabras. Estamos a unos 760 m de altura.

A las diez y media salimos caminando por la vía de servicio hacia la cercana gasolinera. Según la reseña que llevábaamos (
http://www.malaga.es/turismo/rutas/ficha.asp?pag=87) a unos cien metros pasada ésta, tenemos que cruzar una alambrada. Para hacerlo tenemos que saltar la portilla que está asegurada con alambre (a la vuelta veríamos otra sin atrancar pegando a la gasolinera).

Ahora vamos por una veredilla que va ascendiendo en dirección Suroeste camino de unas torres metálicas de alta tensión que ya hemos localizado. Afortunadamente no hace calor, corre bastante viento.

El senderillo siempre va a la derecha de las torres, a veces queda semioculto por la vegetación. Cada vez se va haciendo más abrupto el terreno, vamos ganando altura zigzagueando. Tenemos que llegar hasta la cuarta torre (sin contar la que está junto a la autovía).

Después de tres cuartos de hora, y doscientos metros de desnivel, llegamos a la cuarta torre y tenemos vistas de la otra cara de la sierra. Sopla un fuerte viento. Al pie de la torre quedan las ruinas de un pequeño refugio de pastores. Después de contemplar las vistas de las sierras que componen el Arco Calizo Central, giramos a la derecha (Oeste) y seguimos el senderillo que sube una ladera pedregosa.

Subiendo vemos una pileta excavada en la roca por los pastores para que recoja agua de lluvia para el ganado. En las sierras de Grazalema hemos visto otras veces muchas pilas y pilones de esta clase.

Sobre los 1.000 m llegamos a un rellano y vemos el objetivo principal de nuestra ruta, el pico de las Cabras (1.280 m), nos quedan cerca de 300m de desnivel para llegar a su cumbre.

Según la reseña tenemos que subir por la ladera terriza que vemos delante y colarnos por la grieta coronada por un árbol cercana a la cima. Allá vamos. Un jabalí sale de estampida delante de nosotros.

La ladera es muy pendiente, con bastante piedra suelta y muchos cardos resecos después de todo el verano que pinchan lo suyo. De vez en cuando vemos las varitas de San José, que es la flor de la planta de la gamonita.

Después de un ratillo subiendo hacemos una paradita para ver que la última parte de la grieta será de trepada y habrá que usar las manos.

Llegamos a la hendidura y vemos que todo el suelo está cubierto de cagarrutas de cabra. Esperemos que no llueva, porque se formaría un barrillo mierdoso que sería muy resbaloso (perdón por el ripio).

La trepada resulta fácil y pronto estamos arriba. Ahora hay que salvar una alambrada y subir por las rocas desnudas hasta el vértice geodésico que tenemos justo arriba.

El viento es tan fuerte que que te desequilibra al llegar a la cresta. En pocos minutos llegamos todos y nos hacemos la foto de grupo en el vértice geodésico. Como es costumbre por estas sierras malagueñas, el buzón está en una vieja cafetera de aluminio atornillada a la roca.

Entre una hora y tres cuartos y dos horas hemos tardado en llegar arriba. Después de un rato contemplando vistas: Peña de los Enamorados, Sierra de Archidona, Sierra del Cojo, Sierra de Camorolos, Torcal de Antequera, Camorro Alto, etc., emprendemos la bajada por la cresta dirigiéndonos hacia el Oeste.

Bajamos hacia unos árboles que vemos abajo junto a un paredón calizo, hemos leído en la reseña que por aquí hay un bosquete de olmos.

Cuando llegamos hasta esos árboles vemos que son majuelos, así que giramos hacia el Este y empezamos a bajar por una empinada ladera hacia otro bosquete de color verde más claro.

A veces hay que echar el culo a tierra para salvar algunos tramos más abruptos. Encontramos algunos arces de hoja pequeña.

Y, efectivamente, al llegar abajo vemos los olmos diseminados entre majuelos y arces, algunos tienen un gran porte. Aquí tiene que haber bastante agua. Otro jabalí (¿o sería el mismo de antes) salé corriendo del bosquecillo como alma que lleve el diablo.

Nos retiramos un poco y vemos el bosquete y el paredón por donde hemos bajado. El cielo empieza a nublarse cada vez más.

Ahora empezamos a bajar dejando a nuestra derecha un arroyo seco, vamos siguiendo un senderillo de ganado.

Una última mirada atrás para despedirnos del pico de la Sierra de las Cabras. No parece que esta sierra sea muy frecuentada por los montañeros.

Siguiendo el cauce del arroyo seco llegamos a una estrecha garganta que viene a caer casi encima de la gasolinera y que hemos visto al subir preguntándonos si sería factible bajar por ella. Hemos tenido que saltar una valla para cruzar al otro lado del cauce del arroyo.

Nos asomamos a la garganta y dudamos si bajar por ella o no. Cinco de los ocho nos metemos por ella (la autovía se ve muy cerca allí abajo) y los tres restantes se van en busca de las torres metálicas para volver por el mismo camino, no lo ven claro.

Conforme bajamos dejamos una pequeña cueva a la derecha donde hay hasta estalacticas, luego vemos cartuchos de cazadores en el suelo y hasta un hito de piedra, vamos bien.

Ya casi abajo se estrecha bastante y los espinos y las zarzas dificultan el paso. Algún arañón llevaremos de recuerdo. Lloviendo o con agua tiene que ser "jodido" pasar por allí.

Llegamos abajo y otra vez saltamos la valla. Ya estamos fuera de la garganta y la gasolinera está muy cerca. Junto a la valla que la rodea hay una portilla que pasamos sin problemas y las dos de la tarde está la ruta terminada. Media hora más tardarán los que se fueron por el sendero de subida.

Nos comemos los bocadillos y tomamos café en la Venta La Yedra. A las cinco estamos en casa.
No estuvo mal, tuvo su cosita. A ver si ahora refresca de verdad y nos podemos meter en empresas mayores.